Un adolescente de 16 años fue victima de un asesinato y su acompañante, un joven de 25, resultó herido en un ataque a balazos ocurrido en el sur del conurbano bonaerense. Los investigadores creen que el crimen podría tratarse de un ajuste de cuentas, ya que ambas víctimas contaban con antecedentes penales, incluyendo imputaciones por homicidio. La policía está trabajando intensamente para dar con los responsables.

Fuentes policiales y judiciales informaron a otro medio que el violento episodio tuvo lugar el pasado 15 de agosto en el cruce de las calles El Tala y Nazareth, donde el menor y el joven se encontraban. En ese momento, un vehículo Peugeot 208 de color gris se detuvo en el lugar, y desde su interior, dos individuos abrieron fuego contra ellos sin mediar palabra.

Tras el ataque, los agresores huyeron rápidamente del sitio, dejando a las víctimas tendidas en la calle. Ambas fueron trasladadas de urgencia al Hospital Luisa Cravenna de Gandulfo. A pesar de los esfuerzos del personal médico, el adolescente de 16 años, que presentaba un impacto de bala en la espalda, falleció poco después de ingresar. Por su parte, el joven de 25 se encuentra fuera de peligro, con una herida de proyectil en su rodilla derecha.


La principal hipótesis de los investigadores se centra en una venganza, dada la historia delictiva de ambos agredidos. De acuerdo con el expediente del caso, el adolescente fallecido había sido partícipe de un homicidio en ocasión de robo el 21 de marzo de este año. Además, su registro penal incluía antecedentes por dos asaltos y una averiguación de ilícito.

En cuanto al joven herido, también tenía un pasado con la ley. Había sido excarcelado el 21 de marzo de 2022 en una causa por homicidio agravado. Estas conexiones con crímenes previos refuerzan la sospecha de que el tiroteo no fue un hecho al azar, sino un ataque planificado.


Los peritos de la Policía Científica se han sumado a las diligencias para reconstruir los hechos y recolectar pruebas. Por su parte, efectivos de la comisaría 6ª del distrito, junto a personal de la Dirección Departamental de Investigaciones (D.D.I.) de la zona, están llevando a cabo diversos operativos en el vecindario para localizar y capturar a los asesinos.

La causa se encuentra bajo la órbita de la Unidad Funcional N° 1 de los tribunales locales, que ha caratulado la investigación de forma provisoria como “Homicidio y lesiones”. Se espera que las pruebas recabadas y el testimonio de testigos puedan aportar las pistas necesarias para esclarecer el crimen y llevar a los responsables ante la justicia.


El violento incidente ha sembrado el temor entre los vecinos de la zona sur, quienes, en muchos casos, prefieren guardar silencio por miedo a represalias. La investigación policial se enfrenta al desafío de romper el hermetismo que a menudo rodea este tipo de crímenes, en los que los códigos de la calle suelen prevalecer sobre la colaboración con las autoridades. En el submundo criminal, una deuda de sangre rara vez queda sin saldar, lo que convierte la hipótesis de la venganza en la principal línea de acción para los detectives.

Más allá de los pormenores del caso, el hecho reaviva el debate sobre la violencia en el Gran Buenos Aires y la problemática de la delincuencia juvenil. La corta edad de la víctima fatal y su extenso prontuario delictivo evidencian un ciclo preocupante, donde jóvenes se ven involucrados en delitos cada vez más violentos. Los investigadores no solo buscan a los autores materiales del crimen, sino que también intentan desenmascarar las redes o disputas territoriales que podrían haber desencadenado este fatal desenlace, y que podrían seguir cobrando vidas si no son desmanteladas.